De la Luna, la Lluvia y el Sol

Era jueves, jueves de esos grises, jueves de esos de no pasa nada, jueves de «juebebes»,  jueves normal, excepto que no lo era, se venía algo grande y obviamente tenía que estar ahí.

Decidimos entonces «El Maestro», su hermano,su primo y yo llegar al lugar, la cita era en una antigua «casona», del siglo pasado, ubicada justo enfrente de la pequeña fuente que adorna el jardín del centro de la ciudad. Era ya de noche, el frío de la temporada hacía que nuestros cuerpos temblaran, nuestra vestimenta no era la adecuada, el pasar antes a una tarde de «pre-copeo» nos había dejado felices y sin protección alguna al clima que se avecinaba. En fin, no sería la primera vez que el clima estaba en nuestra contra, no sería la única cosa que estaría en contra de mí ese día.

Llegamos al lugar, como siempre lleno de gente, gente desconocida pero a la vez tan familiar, de esa que la conoces de vista pero nunca has conversado con ella, de esa gente. Y es aquí donde esa energía, esa mala vibra, esa extraña cosa que hace que la vida me escupa apareció de nuevo, yo entrando ella saliendo; ella, «Luna», salía e iba con él de la mano, todo normal, ya lo había visto antes, no pasaba nada, y ahí fue donde paso lo que no debía de pasar: Luna sale, me ve, se voltea, y me ignora, me ignora como siempre, recuerdo a «la zanahoria y al burro» y era claro que eso pasaría, no me dan ganas de seguirla, no me dan ganas de marcarle; días antes me dice que soy su mejor amigo, hoy demuestra lo contrario, hoy me dice que es hipocresía pura, hoy yo le digo adiós.

La fiesta seguía, fiesta normal, música normal, no de mis gustos, para nada de mis gustos, yo solo movía la cabeza. Caminaba y encontraba amigos, platicaba, reía con ellos, un trago más para quitar el frío, un trago más para olvidar la entrada, un trago más bailar, un trago más. «El Maestro» solo veía, ya traía unas copas de más, o quizás no había tomado nada, él es misterioso, llego tarde al «pre-copeo», su hermano ya lo esperaba, el tiene otros asuntos, no solo soy yo, tiene vida. De repente llega y me dice: vi lo que paso, a mi también me paso, sé lo que se siente, no le des más importancia que la del momento», dice eso y se va, creo por un trago, no dice más y lo veo alejarse.

El frío ya era más intento, pasaba la medianoche, y se venia lo peor, empezaba a llover, y para mi desgracia no había techo suficiente para todos, así que me tocaría mojarme; la electricidad fallo, la lluvia era suave, como relajante, fría sí, pero no mortal como lo esperaba, buscaba refugio y lo encontré en un árbol y justo cuando comienzo a acomodarme, giro y la veo, haciendo honor al momento, era ella: «Lluvia», la reconocí al «toque», ¿de quien más pueden ser esos grandes y brillantes ojos?, ahora cubiertos por su cabello mojado pero nunca confundibles, nunca apagados, siempre perfectos. 

Era ella, venía hacía mi, era mi noche, mi momento, pero no… era ella y él, sí, siempre hay un él (empiezo a creer que tengo una rara fijación por las novias de los demás, o no? ), la oscuridad no me dejo ver bien pero era él, se veían tan bien, tan complementados, ella tan feliz, él haciéndola feliz, de esas personas que ya se te hace difícil  verlas separadas, así de bien, contrario a lo que puede pensarse, no me sentí mal, no me afligí,  me dio gusto por ella, y al contrario de «Luna» ella sí me hablo!, después de tantas cosas, de tanto tiempo, esas son amistades, ella es así, es «Lluvia», hoy le digo hola.

15 minutos de lluvia después y aun a oscuras, alguien se me acerca, son «El Maestro» y su hermano, venían de algo parecido a una barra de bebidas, venían alegres, de eso van las fiestas, de alegría, de disfrutar la vida, ya sin lluvia, la gente empezó a bailar, todos a la pista, yo observo, analizo las dos caras del día. «Luna» y su frío, luna y su desprecio; «Lluvia» y los momentos difíciles, pero donde siempre hay salida, la lluvia que a veces moja y pega, pero que siempre reconforta, que siempre apacigua el calor, amo la lluvia, la aprecio a ella, a «Lluvia».

Dos tragos después es hora de irnos, «El Maestro» me guía y llegamos a un mirador, son las 5:45 am, buen momento para ver el amanecer  y comienza, el sol comienza a subir, comienza a secarnos, comienza el día, no hay problemas, no hay conflictos, es viernes, es hora de partir.